1.Rafael Souza 15. Isabel duk
2 Félix Suzaeta 16. Pedro Agliati
3. Claudio Lombardo 17. Lorena Buracchio
4. Tannenn (jr.) 18. Roberto Ulate
5. Claudia Aguirre y sus niños 19 Mauricio Cottin
6. Eduardo León 20. Oscar Perez
7. Basilio Impellizzeri 21. Roberto Ebensperguer
8. 22. Claudio Ahumada
9. Carlos Claussen 23. Alberto Meriz
10. Luis A. Valenzuela 24.
11. Arianne Claussen 25. Rodrigo Guzmán
12. Bernhard Danitz 26. Wilfredo Guzmán
13 Katrin Danitz 27. Cristian Tannenn
14. Suria Duk 28. Hector Rodriguez
8. 22. Claudio Ahumada
9. Carlos Claussen 23. Alberto Meriz
10. Luis A. Valenzuela 24.
11. Arianne Claussen 25. Rodrigo Guzmán
12. Bernhard Danitz 26. Wilfredo Guzmán
13 Katrin Danitz 27. Cristian Tannenn
14. Suria Duk 28. Hector Rodriguez

1. Pedro Agliati (asomando)
2. Leonardo Briceño
3. Basilio Impellizzeri
4. Claudio Ahumada
5. Carlos Claussen (de espaldas)
6 Isabel Duk
EL CERRO PAIDAHUE
En la tibia mañana del 24 de junio del crudo
invierno del 2012, íbamos animadamente hablando de alas delta en su auto, mi
amigo Claudio Ahumada y yo. “Acá es”-dijo, y entramos en un amplio
estacionamiento con un letrero en la puerta: Senderos Aguas del San Ramón,
ubicado al pié de la pre-cordillera de Los Andes, en La Reina. Apenas frenó, ya corrí a
estrechar fraternales brazos de otros camaradas, viejos compañeros de vuelos y
de las emociones que brinda nuestro deporte.- Pronto llegaron otros y se fue
conformando un bullicioso grupo de familias.
Ya te conté quienes éramos y luego te
explicaré a qué veníamos:
El Paihahue es el cerrito donde nació el
aladeltismo chileno. Allí fue la sede del Club Juan
Salvador Gaviota y donde se formaron las primeras bandadas de hombres pájaro.
Es un “viejo amigo”. Es a él a quien buscamos con la mirada, toda vez que se
nos ponen a tiro las montañas que rodean Santiago. Por eso cuando nuestro
camarada Carlos Claussen que está en esto del treeking nos sugirió la idea,
pronto nos entusiasmamos y aquí estábamos.-
Alineados nos anotamos, pagamos la entrada
y arrancamos para recorrer un sendero que nos llevaría a la cumbre. Como la
cosa era “con asado”, mi mochila llevaba su carne, verdura, una fruta y
bastante agua que era lo más pesado. Así nos fuimos conversando los mayores,
mientras fue notable como los niños demostraron mucha disposición a caminar
“con las pilas puestas”.- Sólo las guaguas miraban el paisaje desde arriba de
una mochila.-
Llegamos al primer descanso, unas fotos y
continuamos la subida, ya más abrupta, donde sólo me preocupé de donde ponía
los pies para no “irme de hocico”, en fila india siguiendo
a Charlie que “a paso de liebre” y con radio en mano, las oficiaba de guía.-
Más arriba y más cansado pasé junto a un letrero caído que decía “prohibido
pasar, recinto privado” y pensé que bien podría haber sido un colchón donde
tirarme y así, con la lengua afuera, llegamos a la antigua Cancha 7, ubicada a
unos 200 metros
de altura desde el pie del cerro.- Desde allí veíamos toda la ciudad y
especialmente cómo cambió todo aquello.- Donde estuvo nuestro aterrizaje, la
pérgola, la sede, la cancha uno, la 5; en cambio ahora hay casas con piscinas, canchas de tenis y cuidados jardines. Y
también nos detuvimos a recordar nuestras aventuras, donde nos aporreamos,
donde nos entrenábamos los futuros hombres-pájaro y también donde se mataron
Fernando Verona y Sebastián Betch.
Otro grupo, también de los nuestros, por no poder (o querer) hacerlo a pié, habían arrendado caballos
para la subida (con parrilla y carbón) nos antecedió y el resto continuamos. Así
entre risas y gritos, llegamos a la cumbre.-
Mientras algunos se afanaban en preparar
fuego y parrilla, otros bulliciosos grupos, sentados en el sitio del antiguo
despegue, o sobre el pasto, recordaban esto o aquello. También miramos hacia
arriba, porque había mucho que contar de los tiempos en que llegar al Cerro Tres
Puntas y al Cerro La Cruz ,
eran una hazaña y llegar al nevado San Ramón (3.250 mts.) era graduarse de
piloto.
Yo fui lamentablemente uno de los que no
alcancé a llegar porque la urbanización del lugar nos impidió seguir volando en
un lugar con tantas proyecciones; pero mostrando los dedos, les dije que
soñando lo he logrado “todas estas veces”.- Así, alegremente nos pilló el
atardecer y tuvimos que bajar.- Una
cálida despedida y la promesa de volver a repetirnos el plato fue el epílogo
del inolvidable día.
Muy satisfechos,
Claudio y yo volvimos a su casa. Ya en la mía, mi airada esposa reclamó "¿Porqué
tardaste tanto? " A mi no me pareció para nada que fuera “tanto”.-
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Max Spiess con sus 3 hijos Añadir leyenda |
PD. Por supuesto que hubo un nuevo encuentro, el 26 de Agosto, mas numeroso y con otras atracciones que luego te contaré.- Un abrazo.
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