
Posteriormente, en uno de sus viajes, vio
volar en México unos modelos similares a lo que hoy conocemos como ala delta
tirada por lancha. El ala, que en Acapulco llamaban “Papalote” (nombre que se da a los
volantines en México), tal como se aprecia en la foto, se trataba de un
pentágono regular y plano, que se elevaba por oposición al aire al ser
remolcada. El desarrollo aerodinámico era muy básico, lo cual implicaba la
imposibilidad de planear con ella y una gran exigencia de fuerza y control para
manejarla en el aire. Aprendió a volar en Acapulco y al volver a Chile en 1960 se
construyó una, que podemos ver en la foto. La tela roja, de parka la coció su
señora Sylvia May e intentaron hacerla elevar con su lancha pero no pudo por
falta de potencia. Entonces con la ayuda de su amigo Calixto Chicharro, colocaron
dos motores a la lancha, los que hubo que acoplar y sincronizar con cables y
roldanas y de esa manera volaron. Cuenta Javier que volaban inclinando el
cuerpo y estaban colgados en un sillín y no tenían como descolgarse en vuelo.-
No conforme con eso, Don Jorge se elevó uniendo varios cordeles de esquí de
amigos en Aculeo y contó que desde el lugar y desde gran altura divisó el lugar
donde estaba la
Panamericana. Tiempo después, volando a unos 30 mts. de altura
perdió el control del ala y cayó al agua, fracturándose costillas y fue
traslado con lesiones internas e inconsciente a Santiago. Fue en 1962, 12 años
antes de los ensayos con “El Quiltro” y posterior vuelo histórico de Cristian
Sáteler con “El Che” en el Club de Aerodeslizadores Juan Salvador Gaviota.
La anécdota fue que cuando contaba que había
sido volando en un volantín “nadie se la creía”. Después de una lenta
recuperación, Don Jorge volvió a volar.-
Años más tarde, en 1975, viajó a Miami y
esta vez se compró otra ala enseñándoles a sus hijos a volar. El traslado del
ala a Chile por avión con familia incluida, fue toda una epopeya, conseguida
con su tesón y voluntad para vencer resistencias. Con esta ala –dice Javier, -
“aprendimos a volar los hijos y también entusiasmamos a algunos osados amigos
que también se aventuraron a elevarse sobre el agua; eso sí que primero tenían
que aprender a esquiar, puesto que eran tirados por la lancha y se elevaban por
velocidad”.-. La última vez que Don Jorge voló fue en 1989, a los 65 años de edad
siendo reporteado por el diario “El Mercurio”. Esta ala está, vieja y arrumbada
en el Camping Pintué, lugar construido
por Don Jorge y sus hijos después de la crisis del 82, donde tuvo que
reemprender con su inagotable energía. Lamentablemente sufrió otro accidente, esta vez la caída
desde un poste de alumbrado. El golpe de electricidad y posterior caída a sus
74 años dio fin a sus aventuras, nunca se repuso y diez años después falleció.
Querido
lector: Esta es una muestra de cosas notables que se hacen pero que no se conocen,
hasta que alguien sacándolas desde la oscuridad del olvido, las coloca a la luz
de una publicación, tarea de la que me siento honrado y agradecido de poder
realizar.-
Un
abrazo.-.
Jorge Fuenzalida Cibie fue y es como lo describes, un soñador maravilloso siempre un paso adelante del resto del mundo. Nos marco el camino. Un sobrino.
ResponderEliminarIn 1963 or before, did Jorge Fuenzalida Cibie glide even once?
ResponderEliminarJorge Fuezalida Cibié fue el arquitecto de la Casa de Marta Colvin posterior al terremoto de 1939
ResponderEliminar