RESUMEN
1. CDADC
2 .Despedida a Augusto Olivares
3. Alas Delta y Perros (Reflexiones del autor)
CDADC – CLUB
DEPORTIVO ALAS DELTA CHILE
Fue fundado el 17/10/2010.-
A iniciativa de un grupo de aladeltistas de
Chile, en un principio como grupo cerrado, cuya directiva y socios fundadores,
nombro a continuación:
Arturo García Aldunate, Presidente
José Vargas Jansen Vicepresidente
Oscar Perez Peña Secretario
Hernán Cortés Piñones Tesorero
Rafael Souza Fijalkowsky Director
Cristian Cid Morán Socio Fundador
Alberto Vargas Jansen “
“
Claudio Arrieta Azua “
“
Claudio Romo Vargas “ “
Diego Guridi Bravo “ “
Jaime Arrigorreaga Valvontín “ “
José Tomás García Jonson “ “
Comisión DGAC
Juan Carlos Sandoval Vásquez “ “
Hernán Cortés Piñones “ “
Martín Buschmann de Santos “ “
Michael Sammann Bartling “ “
Marcel Didier Sandoval “ “
Pablo Inostroza Vallejos “ “
Patricio Romo Vargas “ “
Roberto Ulate Nicol “ “
Sergio Arrieta Peña “ “
Sergio Vargas Vega “ “
DESPEDIDA DE AUGUSTO OLIVARES.
Se nos fué a Nueva Zalandia este querido amigo y por supuesto fué con un asado después de los vuelos. La novedad fué que trajo un bastón extensible con la cámara fijada en una punta, en la otra nos agrupamos alrededor de Augusto. Los pilotos que se ubican detrás de cada sonrisa son:
1. Alberto Vargas, 2 Augusto, 3. Basilio Impellizzeri, 4. Oscar Perez, 5.Ignacio Johanon, 6. José Tomás García, 7. MIchael Sammann, 8. Jaime Didier, 9. José Vargas, 10. David Yaikin Balvederessi, 11. Elmo San Martín, 12. Arturo García y otras cabecitas que asoman por aquí y por allá.
A
quienes creen que después de un vuelo en alas delta, cuando ya los pies del
esforzado y aporreado aladeltista están firmes en tierra, ya terminaron sus
sustos, les diré que no, que si gastaron
mucha adrenalina en el despegue, en el vuelo en sí y en el posterior
aterrizaje, un veterano sabe que es mejor guardarse algo para después. Lo digo por
lo que voy a contarles y me pasó anteayer, 12 de Diciembre de 2010:
Estaba bueno para volar y lo estaba
disfrutando a concho, sin turbulencias, ni sobresaltos, un lento ascenso en línea
recta hacia la carretera. Porque estaba
sustentador, embelesado con los nuevos condominios de Santa Marta que tenía a 500
metros debajo de mi ala delta y el sonido pausado y constante de mi
variómetro me daba tranquilidad. De
repente cambió el sonido y cundió la alarma: estaba demasiado lejos del
aterrizaje.
Apenas
di la vuelta volvió a sonar el variómetro pero con el pito desagradable del
descenso a dos metros por segundo. A poco volar me di cuenta que iba a quedar tirado en cualquier parte,
entonces ¿Dónde meto el ala?. Se acabaron los condominios y empezaron los espinos
y allá lejos la cancha de golf salvadora ¿llegaré? Y si no es así… a ver, allí
hay un medio-despejado entre los árboles, pero voy a quedar tan lejos…” mejor
me arriesgo por la m”- y me resultó,
llegué con lo justo, ningún problema, buen aterrizaje, me ayudó el fuerte
viento en contra.
De
repente veo venir desde la sede del Club a unos 300 metros de distancia a tres
enormes perros a la carrera. Se me frunció el
estómago, y en un instante me acordé de aquella vez… hace un montón de
años, en Quilicura aterricé en una gran playa de maniobras de una inmensa
fábrica. Miré para todos lados y no ví a nadie, desarmé mi ala, enfundé todo y
con eso al hombro, me acerqué al enorme portón de entrada, de 4 metros de alto,
cerrado. Llamé y…nada. Entonces a lo lejos, al fondo veo un hueco en la
pandereta rota. Allá me dirigí y unos muchachos me ayudaron a sacar el ala para
la calle. Uno de ellos preguntó: ¿“No vió los perros?” – “no, dije” - y entre ellos se miraron y uno comentó “Tuvo
suerte”.-
Mientras desesperadamente trato de desembarazarme del arnés, sale detrás
de los perros un cuidador con su escopeta y les silva… que alivio. Se acercaron todos y viendo las colas
de dos perros moviéndose amistosamente me relajo y cuando llegan me atrevo a
acariciarles las orejas y la cabeza. En cambio el concho de cola del otro
perro, un Pitbull, ni se movió y su cara
inexpresiva me hicieron esconder prudentemente mi mano, no sea que de allí
saliera manco.
Epílogo: después de caminar entre los cerros llegué a mi camioneta,
justo cuando aterrizaba el “Jote Pérez”, subimos al despegue a buscar su
camioneta y después de largos 15 Km. pude rescatar mi ala al anochecer. Saqué
una lata desde mi pack de cerveza y el resto fue para el cuidador que tan
“gentilmente” me sacó los perros de encima.-
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