2. Vuelos en Iquique 2004
3. Mis relatos…16. Al que madruga, Dios lo ayuda.
4. Mis experiencias…55 Refraneando.
1. Desde Rancagua, no sé el detalle, pero fueron y volaron durante varios dias, haciendo cross-country hacia el norte.
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Pablo Inostroza, más de 20 años volando |
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Michael Sammann, más de 30 años volando |
2. EL CAMPEONATO QUE CAMBIÓ DE NOMBRE
AL CAMPEONATO INTERNACIONAL DE ALAS DELTA IQUIQUE'2004
Viajaron al anochecer del 31 de Octubre de 2004 por vía Lan Chile, diez de nuestros veteranos aviadores, cada cual con las cicatrices propias del oficio, con la inquieta algarabía que se arma en estos viajes a la aventura.
Simultáneamente y por vía terrestre, cuidadosamente y cariñosamente embaladas, eran transportadas las muy modernas alas delta, casi todas, de las últimas nidadas. Ellos y ellas fueron: Cristián Cid, (ala Tálon de la Wills Wing), Jerónimo Lavanchy (Moyes sin antena) Jean Pierre O' Haco ( ala rígida, última chupada del mate, rendimiento 19/1 ¿Que tal?,Elmo San Martín (ala Apco {Israelita}), Fernando Estay (Moyes sin antena), Max Spiess (Aero Combat), el chino Arrigorriaga (Moyes XS), Michael Samann (Láminar), José Vargas (Moyes XS), Jorge Toro (Láminar), todos de Santiago y el brasileño Ricardo Carneiro (Moyes Lice Spit).
Como es habitual del Aeropuerto Diego Aracena al hotel y al otro día bien temprano a hacer vuelos en Alto Hospicio. Para iniciar al día siguiente un campeonato desde Cabo Patillos, distante70 Km. Al sur de Iquique. Demás está decir que casi todos, llegaron desde Patillos a Iquique, puesto que son veteranos y además montados en esas hermosuras de alas. Así fue que acumularon puntos, según su velocidad en cubrir la distancia.
Y llegó el último día, el día de la verdad, este día (en puntaje valía por tres). La prueba era también de distancia contra el tiempo, pero desde Paquica ubicada a 160 Km al Sur de Iquique. Para este vuelo se trasladaron por vía terrestre a Paquica, y desde allí despegaron Jerónimo y Cristián los primeros, luego vino una neblina y más tarde lo hicieron los demás. Así fué como Cristián, en un maratónico vuelo en 1 hora 20 minutos, estableció un nuevo record para la distancia, pero llegó hasta Punta Gruesa nomás, que es a sólo unos pocos Km antes de Iquique. Mientras que dos horas después lo hizo Jerónimo Lavanchy, quién si llegó hasta la meta. Al Juez de la prueba se le presentó una situación insólita: Por una parte era indiscutible la destreza demostrada por Cristián al establecer el record y por otro lado Jerónimo había sido el único que terminó en Iquique. De común acuerdo se dejó para otra oportunidad determinar quien era más capo. Los participantes, de diferentes opiniones y además ante una situación por demás imprevista decidieron lo que más acomoda al espíritu deportivo y de sana camaradería que nos anima y fué cambiarle el nombre al campeonato por el de
FLY INN IQUIQUE'2004..
Esta foto es de Iquique años' ha, donde un parapente "posterrizó" |
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Batuco: Vista aérea del despegue |
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Batuco: Vista aérea del aterrizaje. |
3. MiS REFLEXIONES…16: AL QUE MADRUGA, DIOS LO AYUDA
El conocido refrán debería ser una inmutable ley para la privilegiada cofradía de los hombres pájaros que se deslizan raudamente por los cielos de Chile. Eso esperaban la mayoría de los esforzados, sufridos y aporreados aladeltistas del Centro de Vuelo Batuco, y se equivocaron medio a medio. Fue ayer nomás, el 15 de Febrero de 2004, cuando tipo 11 hs. me llama Claudio Ahumada: "¿Quieres volar, Basilio?" - vaya pregunta - "Te digo porque han arreglado el camino y está la papa para subir con tu auto"(viejo y chico como yo). El corazón me dió un salto: "Puchas, Claudio. Lo vendí y estoy a pata pela'" - Me tranquiliza con un: "No te preocupes, porque Alejandro Aspee me va a llevar a mi y juntos te pasamos a buscar a las 3. Estate listo con tu equipo, porque estamos apurados". (¿?)
Lleno de entusiasmo me dirijo al hangar o sea descuelgo el ala del alero donde fue relegada por mi mujer después del último arreglo de la casa. Es mi oportunidad de volar después de dos meses. A mi vez llamo a Leonardo Briceño quién últimamente le hace a los aviones, pero es mi ahijado en las alas delta y un entusiasta. "Allá nos vemos": me contesta. Como les decía, muy alegre y mientras me pasaba películas, con el vuelo que me esperaba, en un día como éste, pleno verano, pleno sol. Desempolvé mi ala, puse a cargar el variómetro, no sea que las batería esté descargada. Llené mi botellita de agua, por si me quedo botado lejos del aterrizaje. Revisé arnés, rodilleras, overol, gafas etc. Luego un medio-almuerzo como corresponde a un día de vuelo y saqué todo para la calle para que mis apurados compañeros no perdieran tiempo.
Llegaron a hora y allá íbamos. "¿A qué tanta chala, Alejandro¿" Le pregunto. "Es que hoy va a ir un montón de gente con ganas de volar y el despegue va a estar atochado". Efectivamente, apenas divisamos el cerro, en la cancha de despegue se veían brillar varias alas armadas. Era lógico: desde las lluvias del último invierno el camino de subida estuvo cortado y habíamos volado arto poco. Alejandro aceleró aún más. Le dijo: "Oye, baja el pié del acelerador que paso más susto de cuando vuelo, además tenemos tiempo de sobra, porque son apenas las tres y veinte, y el viento fuerte no nos deja despegar hasta las seis por lo menos. Yo no pienso hacerlo hasta las 7, porque con una hora y media de vuelo tengo bastante". Un rato después estábamos en la subida por un camino arreglado por la Minera Polpaico, estaban sacando piedra caliza del cerro. Comentamos que lo hacían en forma inquietante, porque habían unos monstruos de máquinas que ya tenían al cerro bastante descrestado por la parte de atrás. A este paso en dos años estaremos sin cerro. Somos co-propietarios del despegue, pero ¿Podremos defenderlo legalmente?
Llegados arriba y sorpresa: DON VIENTO estaba débil y cruzado. Lo mismo fueron despegando Hernán Cortés, Andrea Woerner, Jerónimo Lavanchy, Elmo San Martín etc. Pero el día estaba flojo y algunos se iban para abajo en vez de subir. Una vez que se despejó un poco el lugar, comencé a armar mi ala y "Tá' madre", las barbas de aluminio para armar mi ala no venían en la funda. Pensé "Que soy quemado, ¿cómo no revisé dentro de la funda, en casa?" Mis amigos, los pocos que aún no volaban, se acercaron. Todos saben lo calientes que somos en estas circunstancias y empezaron a armar un puzle: "Llévate mi camioneta", ofrece Oscar Pérez a Leo para que me baje " y abajo se la pasas a Cristián Cid que va a subir con su alumno". Abajo, Leonardo me llevó en su auto a mi casa en Lampa, a buscar mis barbas. Ya de vuelta, vimos a todas las alas aterrizadas y las caras largas decían que los vuelos habían tenido gusto a poco, por falta de viento, totalmente inusual e impensado para esta época. Rápidamente y atendiendo a mis urgencias, un poderoso 4 x 4 subió con los desilusionados pilotos a bajar sus autos que habían quedado en el despegue y allá fui yo también, apretando fuertemente mis barbas , no sea que ahora se me quedaran abajo. Armé mi ala y todos me ayudaron a despegar. El viento ahora sí estaba de frente y fuerte, volé hora y media, tenía todo el cerro para mí sólo, sin la preocupación de estar vigilando donde está volando cada uno de los otros, para no chocar como aquella vez... Hice cuanta variante permite un vuelo sin turbulencias, desplazándome a gran distancia rozando las copas de los espinos, tomé altura de nuevo y realicé cuantas piruetas me permitían hacer gala de destreza, para finalmente hacer un buen aterrizaje a unos metros de mis desconsolados compañeros, que estaban a punto de morirse de un violento ataque de envidia.
No, mentira: Ellos saben que nuestro deporte es el más sufrido de todos. De repente tanta ansiedad, tantas ilusiones se vienen abajo porque si no hay nada de viento, no puedes despegar porque te caes en la ladera. Si en cambio te encuentras con un ventaval hay que espera a que baje y si te dá la noche.... y también ocurre que a veces comienza mal, pero se arregla de repente, como en este caso
Así pués, me felicitaron por tan buena cueva y compartieron mi alegría. Por mi parte este vuelo me acompañará por mucho tiempo y estaré agradecido de Dios por haber sido la excepción a la regla que dice: al que madruga, dios lo ayuda.
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Juan Carlos Sandoval, despegando |
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Se vé lindo ¿verdad? |
Mis experiencias…55 REFRANEANDO
A la hora de aprender, cada cual tiene su refrán como: “La letra con sangre entra” para los colegiales, “echando a perder se aprende”, para los albañiles y maestros. En cambio a los aladeltistas, ninguno de esos refranes nos viene. Entonces, intentemos suplir esta carencia, por ejemplo con “ Hematomas y contusiones, te darán las instrucciones”, porque quien más quien menos, podemos lucir una buena cantidad de cicatrices en pos de un aprendizaje que se enriquece con cada vuelo.. En alas delta, para aprender, nada mejor que arriesgar y así se escribe la historia a veces trágica donde el refrán sería “De valientes está lleno el cementerio”. Felizmente la mayoría se da cuenta a tiempo hasta donde puede arriesgar. En este caso el refrán sería:” Los sustos y los porrazos te darán el campanazo”.
Un ejemplo de estos “campanazos” son los vuelos remolcados. Así fue como en Chile sabíamos por las revistas especializadas que los aladeltistas extranjeros nos llevaban la delantera en vuelos remolcados: ya sea por una camioneta, por un avión ultraliviano o mediante un huinche estacionario; y por los mismos medios sabíamos también que eran muchos los muertos, ya sea que se les enredó el cable-remolque, porque se “clavaron” en el suelo o porque los pilló un stall en la salida. Esto porque es muy distinto despegar desde el suelo a hacerlo desde una ladera o una cumbre donde “La velocidad y la altura, conservan la dentadura”. Así es como los chilenos, a quienes nos gusta estar en la punta y sabemos que “Camarón que se duerme se lo lleva la corriente”, inmediatamente construimos diversos artefactos y ensayamos con ellos hasta escuchar “el campanazo”. Afortunadamente estos vuelos fueron dejados de lado “antes que…”.
No iba a ser yo la excepción y te cuento que corría el año 1990 cuando en “Águilas Blancas” teníamos una Escuadrilla de Alas Delta y Ultralivianos. Bueno, tanto como escuadrilla no era: sólo un par de milenarias alas de instrucción y un avioncito, bajo la
Dirección del Brigadier Máximo Ormazábal, pero la misma nos alcanzó para un curso de alas delta, uno de primeros auxilios, exposiciones, charlas, estar presentes en FIDAE, en algunos campeonatos y sobre todo mucha camaradería y reuniones donde devorábamos de un cuanto había en el Casino. Y es así como se nos dio por el vuelo remolcado. Al domingo siguiente hicimos los primero vuelos remolcados por una camioneta. Me elevaron por dos veces a unos 70 mts. . Me siguió el socio “Jano” Frutos, pero no llegó muy lejos porque olvidó colgarse del ala y cuando el cable lo tironeó y él corría para despegar, lo hizo solamente colgado de las manos. Gritó: “paren, paren” – y más desesperado - se soltó, lanzando un garabato. El tremendo guatacazo le basto para “nunca más”. En cambio a mí, los dos vuelos anteriores me habían dado para un “360” y enfrentar el viento. Necesitaba más cordel y el “Toño” Arias compró (vaquita mediante) 600 mts., mientras nuestro Brigadier se consiguió en la FACH una radio tan vieja que se había olvidado de funcionar. Yo por mi parte, tuve la suerte de dar con un descuelgue rápido el cual accionaba con sólo un manotazo... Con estos elementos y el gustito que da la aventura, nos fuimos a la Base Aérea El Bosque y después que el “Pato” Núñez terminó con la instrucción, todo el curso nos desplazamos a la esquina de un potrero grande, donde el pasto que estaba demasiado alto, y la camioneta (sin radio) demasiado lejos para mi gusto, me enfriaron el ánimo. Pero allí estábamos para volar. Me amarraron al cordel y le bajaron una bandera a la camioneta para que partiera y luego de 10 segundos la revolearon para que parara, porque a mí se me enredaron los pies en el pasto y en la arrastrada “me eché” los dos tubos del trapecio de mi Saphyr. Nadie se opuso a que tomara entonces el ala de instrucción. Pero esta vez, la camioneta que había tenido también sus problemas con el pasto, se ubicó por el costado de la pista de despegue de los aviones en dirección al Sur, mientras que yo lo hacía en diagonal para enfrentar el viento SO. Esta vez iba bien hasta alcanzar los 80 mts. de altura, cuando un tironcito de abajo me advirtió que el cordel corría a ras del suelo enganchado en una baliza de la pista y pronto me iba a “chupar” para abajo. Instintivamente le di al descuelgue su manotazo y mientras planeaba, le tomé el peso a lo que estaba haciendo y de la que me había salvado...
No obstante me esperaba lo peor. El viento estaba levemente cruzado. La concurrencia quería algo más. Alguien tuvo la mala idea: ¿Por qué no corres a lo largo de la pista, Basilio?. A mí me temblaban aún las piernas, pero no iba a flojear yo, el veterano. Como cordero me engancharon al fatídico cordel, levanté el ala, apreté los cachetes, di la señal, bajó la bandera. Hasta los 25 mts de altura iba bien, pero la Alondra comenzó a derrapar para un costado y a inclinar la nariz como volantín. Eché todo el peso a un costado, no fue suficiente y nos fuimos para abajo a una velocidad impresionante, el viento silbaba en los cables . A sólo 5 mts del suelo el ala se infló, se puso contra el viento y nos elevamos a 80 mts.. Entonces escuché clarito “el campanazo”, aterricé, me descolgué y les dije: “el vuelo remolcado es bueno sólo para matarse.
Y para terminar refraneando: “Piloto que se arrepiente, sirve para el próximo vuelo”.
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