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martes, 3 de agosto de 2010

ALADELTISMO CHILENO 1996



1. Campeonato Rancagua
2. Campeonato La Serena.
3. V Campeonato de Iquique.
4. Chilenos en Argentina
5. Mis reflexiones…8: Mi ala y yo, 9: Oh., mi buena estrella, 10: Los Tiempos Cambian.
1. CAMPEONATO RANCAGUA
2. CAMPEONATO LA SERENA
3.CHILENOS EN CAMPEONATO ARGENTINO DE CUCHI-CORRAL, CARDOBA, ARGENTINA.
Estuvo presente Pedro García Aldunate a quien vemos en la foto acercándose al punto de despegue.


4. CAMPEONATO IQUIQUE'96
Se realizó a fines de Octubre, al igual que el año anterior, fue solo para pilotos nacionales, también fue el último en que nos llevó la FACH y en el que fuimos junto a los parapentistas. Lo organizó Patricio Fabres y el alojamiento se ubicó al Sur de Iquique donde hay un albergue militar, en un bajo de la costa. No estuvo tan bueno como el anterior, (el más brillante y más concurrido a la fecha), porque el cupo fue bastante menor para las alas delta , porque el alojamiento y la comida del casino, escasa y servida en esas bandejas plásticas, produjo un descontento generalizado.
Los vuelos de Cabo Patillos a Iquique tampoco fueron favorecidos por el tiempo.

4. Mis reflexiones
MI ALA Y YO 30/12/96
Mi querido Saphir ya no me pertenece


Estaba un día en la primavera de 1988, en la cancha de despegue de Batuco con mi Saphir 16, armado y listo para la carrera de despegue, cuando la persona que me sujetaba el ala derecha por la rienda, un extraño, preguntó: "¿Está bien esto?". Mi compañero, el que me iba a dar la salida, fue, miró y me dijo: "Sonaste compadre, este cable está que se corta" y era verdad: de las 14 hebras que tenía, le quedaban 7 buenas. Desarmé muy alarmado, si se hubiera cortado en vuelo, hubiéramos sido dos los cortados. Esa semana, pasé muchos días taciturno, me hice muchos reproches: estás tratando a tu ala como si fueran unos tubos de aluminio, cables, dacrón y nada más, y me propuse conocerla: la desarmé completa, le cambié los pernos y se los puse con seguro; descubrí el resto de los cables junto a los naicos, los revisé uno por uno y les coloqué cierres de inspección a la tela, para mirarlos continuamente. Ese año y el siguiente me preocupé realmente de ella, volé continuamente y batimos records. Siempre me respondió y me sacó de no pocos apuros.
Comprendí que éramos dos y éramos uno, compartíamos todo el cielo, luchábamos con turbulencias y hacíamos exquisitas maniobras. Nos lucíamos con impecables despegues y sufríamos juntos cuando se quebraba un tubo por un mal aterrizaje. Pero no fue sino después, cuando alguien me dijo que ya no era mía, que por el hecho de haber logrado una hazaña, se transformó en un símbolo, pertenecía al Estado de Chile y debía estar en el Museo, cuando comprendí hasta que punto la quería. Fue desprenderme de una parte de mi mismo. Mu jer, que captó el problema, me dijo: "Basta ya, que ahí te la van a cuidar". Desconfiado, le contesté: "¿Cómo sabes?, acaso si dejaras a Paulita en una guardería, te quedarías muy tranquila?" - Me contestó: "Ah, pero tu ala es una cosa".( con cara de desprecio). ¡Tuve ganas de pegarle!
Cuando dejé a mi querida ala en el Museo, lo hice a sabiendas que los tubos de ala no eran los originales, porque yo le había hecho reformas y esa idea , esa deslealtad para con ella, hizo que un día fuéramos al Museo Aeronáutico de Chile. Un sábado Robertito y yo, fuimos allá, la dejáramos como de fábrica y amorosamente la lavamos con champú.
Cuando paso por Cerrillos y la veo colgada del techo, majestuosa, impecable en sus colores celeste y blanco, siento el reverente agradecimiento a Dios por haber sido elegido para pilotearla al otro lado de Los Andes.




9.OH, MI BUENA ESTRELLA
Terminé de tensar las punteras de los tubos de ala, que en el zephir son de fibra de carbono y me disponía a hacerlo con las barbas, cuando advertí que un cable me había quedado por dentro. Significaba que tenía que desarmar casi toda el ala de nuevo, para rehacer la tarea otra vez. Para tensar el ala, hay que tirarse al suelo, hacer un a tremenda fuerza con manos y piés. Armar el ala es una tarea que está programada de fábrica para un solo hombre, y ellos suponen que ese hombre es un alemán grandote y que el ala vá a estar siempre nueva y lubricadita. Pero para un chileno chico, tirado pa´ viejo, con el ala con 10 años de uso y más encima llena de tierra, es “tarea de titanes”.
Imagínate la rabia que me daba hacer todo de nuevo, me recriminaba por ser tan descuidado, cuando sentí que no estaba sólo. Y sin levantar la cabeza le dije ¡Hola!.Me contestó - con aires de importancia- “Soy tu buena estrella”. Entonces lo miré a la cara. No , no lo había visto antes, y su vestimenta a lo piloto antiguo era estrafalaria, con unas enormes gafas, levantadas por encima de un casco de cuero color café. Y su cara con mil arrugas, muchísimo mas viejo que yo y toda su expresión tan extraña. Por una fracción de segundo pensé: ¿“De donde habrá salido este loco?, mejor seguirle la corriente”. Y le pregunté _ ¿Te dí mucho trabajo?- me contestó mostrándome todos los dedos: “Todas estas veces”.
¿Cómo-cuándo?- “ Es una larga lista, empecemos por el principio, ¿Recuerdas tu instrucción? Te tiraste desde la cancha 5 en La Reina, debajo de ti había un litre, bajaste mucho y si yo no soplo…”
Si ya recuerdo, chicotié una rama con los pies, pero no perdí velocidad y pasé nomás- Y continué- Pero con la Alondra no tuve problemas. –“Menos mal, me merecía un2 descanso que fue por poco tiempo nomás, porque al Kestrell I, ni lo estrenaste”- Es cierto, estaba tan viejo y con la tela podrida. Me acuerdo perfectamente, fue en Barriga, estaba con mi ala armada listo para volar, cuando mi instructor, Arturo, se acercó, vió un hoyito, lo tanteó con la punta de un dedo y la tela se rasgó con un criiic. Alarmado llamó a Charlie y este metió los índices de ambas manos, tiró separándolos con lo que abrió un tremendo hoyo en el borde de ataque, dejándola out. – “Quien crees que mandó a Arturo a hociconear por allí, yo fui”.- y continuó: “ Y después con el Kestrell II en Barriga, ¿recuerdas?”. Sí, por supuesto, me entretuve en el despegue, haciendo ochos, bajé un montón y después no llegaba a ninguna parte, entonces seguí para abajo, tampoco alcanzaba a cruzar la barranca y providencialmente hubo un corto despejado donde aterricé- “Pués si yo no hubiera sacado un par de litres…además tuviste un par de salvadas más con el Kestrell II, cuando te saqué una vaca de abajo y cuando en El Triángulo te comiste toda la cancha, la barranca de la quebrada y te puse un espino justo delante del bosque de eucaliptos”- Es verdad, quedé como arbolito de pascua pero ileso. Menos mal que los compañeros del club me pasaron el Kea 4M, un ala mas segura- “Si era más segura, pero si no hubiera sido por mí…” - ¿Cómo así?- “Te acuerdas del stall pegado al cerro?, para esa caída, quedar con las dos rodillas llenas de agua es nada. Y días después, sanadas las rodillas, otro error garrafal: tu aterrizaje con viento de cola” – una esguince nomás, le dije quitándole importancia. –“Sí, porque retuve la punta del ala mientras giraba ¿De qué me sirvió tanto trabajo?. No aprendiste nada, si tuviste más vidas que una bolsada de gatos es porque yo siempre estuve allí”- Yo, como para picarlo le solté un: Nunca tanto.
¿Qué, perdiste la memoria?” - y continuó- “Que hubiera pasado si no levanto la puntita del ala de Michael, cuando chocaron a 300 metros de altura?” – y siguió:”En El Barrero no corriste nada al despegar, y el Comet se fue en picada en un stall rabioso. ¡¿Qué hubiera pasado si no corro el peñasco dos metros más abajo, cuando venías directamente de cabeza? . Ni cuento las escapadas milagrosas con el Saphir 16, pero acá van dos: dos cables a punto de cortarse y en ambas ocacio0nes mandé a terceras personas, porque tú no cachaste nada y otra más, cuando al Saphir P. se le soltó la tuerca justo antes de partir, sólo le dí media vuelta más y saltó como resorte. ¿Te imaginas que hubiera pasado si se te desarma el trapecio en el aire?; y qué decir de La Pirámide cuando te pilló el giro contra el cerro sin velocidad y con el viento de cola, si no te tironeo para afuera…chao”.
Sí, es verdad que me salvé raspando, pero hice la maniobra correcta. – “Y no te diste por vencido, eso es bueno, sin embargo…”
Tienes razón, hay veces que pensé en verdad que yo tenía UNA BUENA ESTRELLA, como aquella vez en Barriga con el Mig I: despegué en medio de un vendaval, me venció el viento y caí desde 30 metros, en la caída se invirtió el ala y me estrellé en la copa de un litre. Si en vez, hubiera sido contra una piedra hubiera quedado como carne molida- Lo ví sonreir e imaginé que también estuvo allí, haciendo apresuradamente el cambio.
“¿Y cuando en San Juan, olvidaste colgarte del mosquetón?”- Bueno, yo hice la estática, por seguridad siempre lo hago; me dí el guatacazo en el suelo y eso me salvó—“De todas maneras algo hubiera hecho a último momento, yo estaba allí para cuidarte”. Se tomó un tiempo antes ,de continuar, como hablando consigo mismo, escuché un “Eres tan descuidado”… Y ahí nomás empezó con un rosario de embarradas:
“En Iquique, cuanto “El Tata” andaba buscando al dueño de dos tips que había volado sin ellos, tendría que haberle dicho que te arreglara con un par de patadas en el trasero.etc etc.
10. L0S TIEMPOS CAMBIAN
En eso estaba pensando una primaveral mañana de 1996, cuando me empinaba sobre la rumba de bolsas de basura, para colocar la mía, una bolsa amarilla de supermercado, en el botadero ubicado detrás del edificio donde vivíamos, con mi esposa.
Como les decía, estaba pensando en el conocido refrán, porque puchas, que había cambiado en el último tiempo. El caso es que en tantos años de machismo , había cosechado frente a mis anteriores parejas puros fracasos, en cambio cambié de táctica con mi última adquisición que responde al nombre de Noemí o al sobre-nombre de Noe o de 9.000, retribuyendo sus múltiples atenciones de mujer enamorada, tomando motu propio a mi cargo, algunas tareas de la casa que habitualmente las hace la mujer. El cambio no fue violento ni se me cayeron los pantalones, fue a medida que se me iban ocurriendo y estaban dirigidos por mi parte, al objetivo de romper su negativa a acompañarme los domingos por la tarde en mis vuelos de alas-delta. Los resultados fueron estupendos así como imprevisibles.
Me explico: empecé un día por ser yo quién cuando el reloj de pared llegaba fatalmente a las 7:10 de la mañana, volaba escaleras abajo a encender el cálefont y poner a calentar la tetera. Luego discurrí que si en vez de esperar acostado a que ella desocupe la ducha, me lavo los dientes y me afeito en el baño chico de abajo, esto me da tiempo para armar la cama mientras ella prepara el desayuno. Es increíble como algo tan sencillo como cambiar quién arma una cama, puede hacer tan feliz a una mujer Y así continué con pequeñas labores como retirar los platos y servicio de la mesa después de la cena y posteriormente mientras ella los va lavando, yo los voy secando o sacar juntos las plantas de interior para afuera, regarlas y volverlas a entrar, o regar el jardín etc. Son pequeñas tareas de la casa que le alivian la carga y además evidentes pruebas de amor. , cuya inversión en términos financieros son devueltos por ella con un 50% más de cariño. Negocio redondo.- Pasó el tiempo y no cedió ni una pulgada en cuanto a no acompañarme a volar, “Que me muero de miedo, que tus aterrizajes me espantan, acuérdate que una vez te pelaste las rodillas, que haces un tremendo estruendo , que levantas polvaredas, que sacas petróleo, etc. Etc.,”. En cambio sus atenciones me tenían muy entusiasmado y seguí adelante en esa onda.
Claro, a veces mis ideas no resultaban tan buenas, como el mismo día de estas reflexiones. Esa mañana al levantarse, Noe, se había asomado a la ventana y sentenciado: “Va a hacer frío” y como siempre está pendiente de mis necesidades, buscó entre mis ropas el polerón que más le gusta y me lo pasó con un beso. Agradecido y complacido lo dejé sobre la cómoda. Más tarde, ya listo para salir al trabajo y mientras esperaba que se diera los últimos retoques arriba, ví la bolsa de basura en el pasillo la cual es llevada habitualmente por ella al botadero. Pensé ¿Qué tal si la llevo yo?. Mentalmente saboreé los cariños que iba a recibir en cambio. Ya de vuelta, Noe cerraba la puerta y partimos juntos. Diariamente la pasaba a dejar a su trabajo antes de dirigirme al mío. Al llegar al auto, ella a quien no se le olvida nunca nada, me preguntó “¿Y el polerón, Basi?". Antes que le respondiera, ya corría a buscarlo. Volvió, yo con el motor en marcha, consultaba impaciente el reloj. No obstante me esperaba lo peor, volvió a preguntar ¿Y la comida? Hacía tiempo que Noe, viendo las porquerías que yo almorzaba, me preparaba amorosamente una buena comida en la noche la cual pone en un enorme termo, una rica ensalada y un no menos sabroso postre. Rico ¿no?. Corrió de nuevo a buscarla y un buen rato después volvió con cara de contrariedad. “No hallo la bolsa”- dijo – Buscamos en el auto y después en el departamento y nada.
Entonces le pregunté ¿”De que color era la bolsa?” – respondió “amarilla”. Mi sorpresa no podría ser mayor, tragué saliva, me pasé el pañuelo por la cara que estaba rojo-púrpura y partí dejando hoyos a cada paso... rumbo al botadero.

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