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martes, 3 de agosto de 2010

ALADELTISMO CHILENO 2003

1. Campeonato Rancagua 2003.
2. Campeonato Iquique 2003.
3. Campeonato Mundial Brasilia 2003.
4. Mis relatos: …15: Nunca Más, Nunca Más.

CAMPEONATO IQUIQUE 2003
   Organizado por Sergio Rivillos, se realizó en los primeros dias de noviembre.
Participaron,además de Sergio, Jorge Toro, Elmo San Martín, Cristian Cid, Fernando Estay, José y Aberto Vargas, Jerónimo Lavancy, Max Espiess, German Romero y otros..
Viajaron en LAN, enviaron las alas en un camión y huvieron dos camionetas para los rescates.
El primer día se voló en entre balizas con despegue en Alto Hospicio. los restantes desde Cabo Patillos a Iquique con aterrizaje en Playa Brava.
El mejor puntaje lo obtuvo Cristián .
Se alojaron en Hotel Granaderos frente a Playa Cavancha y la entrega de premios fué en Restaurant La Curicana. Algunos días el  tiempo estuvo regular , lo mínimo para que se cumplieron los objetivos.-

Cristian Cid


3. CAMPEONATO MUNDIAL BRASILIA'2003
Los chilenos Germán Romero, Cristián Cid, Alberto y José Vargas, presenciaron este campeonato. Incluso los dos primeros arrendaron dos alas (sin antena) y volaron dos días fuera de campeonato. Germán me contó cómo fue:
En la capital de Brasil, participaron 160 pilotos de elite. La modalidad fue en cross country contra el tiempo, en triángulos, con distancias de 110 a 160 Km de vuelo. El tiempo estuvo bueno. No huvieron accidentes, eso que despegaban los 160 ¡en media hora!.. Habían tres rampas, el juez tenía simplemente una paleta rojo-verde con una pequeña veleta amarrada al mango. Salían uno detrás de otro. El viento era de unos 20 Km/hora en el despegue. Era una depresión que se abría en el terreno y se formaba un valle allá abajo a 400 mts de profundidad. La vegetación, era una sabana, se veía como el despegue de Rancagua. Y mirando para arriba, tantas alas volando juntas que daba miedo. Y si eso era un espectáculo, más lo eran los aterrizajes: había que pasar sobre un lago y meterse a la Ciudad, en medio de ella había un parque con una franja sin obstáculos adonde llegaban de hasta 8 alas en picado, rodillas tocando la barra de control, a máxima velocidad, hasta el gol. Soltaban pequeños paracaídas de frenado y listo. A correrse inmediatamente a los estacionamientos antes que te cayera uno encima.

German Romero en su mosquito, de izq.rené farías, Leonardo Briceño, Jerónimo Lavanchy, Elmo San Martín


MIS RELATOS…15. NUNCA MÁS, NUNCA MAS
Declinaba una calurosa tarde de fines de 2003 con los impresionantes reflejos del sol sobre las multicolores alas delta estacionadas junto a nuestro hangar del Club Batuco y por fin bajaba también el viento, delatado por la copuchenta veleta. Después de tan movidos vuelos, y de aguantar los cacheteos que nos propinó un viento de genio atravesado, compartía con mis compañeros del Club Batuco las experiencias del día (digamos mejor los sustos del día, porque ya en el despegue había agotado mi depósito de adrenalina, que es bastante grande), las anécdotas, las tallas, las risas, ocurrencias, y también una cerveza, una fruta y cosas así.
Luego, mientras estaba desarmando mi ala delta, aterrizó Jerónimo Lavanchy con su ala-motor. Como todos los demás, me acerqué al grupo y rodeamos a Jerónimo para que nos contara de su vuelo, ya que para mí y para algunos otros era una novedad. Averigüé y admiré a un motor Mosquito de 125 cc y 15 HP, que va adosado al mismo arnés como mochila. La hélice va montada detrás del ala y unos patines mantienen el arnés levantado. Un bidón de 5 litros de bencina colgado en la parte alta del trapecio completa el equipo que en total pesa 27 Kg.. Ingenioso ¿no?. Imagínate, vuelas lo mismo que antes, colgado de una piola (en mi caso, dos sogas para 600 Kg. Y dos mosquetones para 3.000 Kg. Por si acaso), el aire te da en la cara y la sensación de hombre-pájaro no se pierde porque vuelas acostado boca abajo, con las manos sobre la barra de control, que es la salsa. Eso es lo rico de volar en alas delta. Jerónimo nos dijo que él y Elmo San Martín habían llegado temprano con sus flamantes equipos, los armaron y esperaron a que llegara algo de viento para así despegar. El viento llegó desfavorablemente, estaba muy arrachado y cruzado. Pero Elmo que es mandado a hacer para meterse en problemas, igualmente se metió dentro del arnés, chequeó cordeles, su cuelgue. Luego pescó con los dientes el acelerador (es sólo con los dientes durante el despegue), tiró la piolita (del arranque) y luego de calentar, apretó fuertemente los dientes y echó a correr como una liebre. Cuando las patitas ya no le daban más por la fuerte aceleración y tenía que pasar a dar saltos de canguro, pasó otra cosa. El viento lo chicoteó por el costado. Lo desestabilizó y Elmo prefirió abortar el despegue, frenando la carrera con los pies. Entonces decidieron que había que esperar a DON VIENTO, a que se calmara un poco y más tarde salieron con rumbo a la cuesta La Dormida. El combustible da para dos horas, a 40 Km por hora velocidad crucero. La distancia daba con lo justo. Jerónimo continuó”: Llegué a la Cuesta, hice un 180 y me devolvía cuando vi como a Elmo el viento cruzado del Este le dio un empujoncito más y lo tiró al otro lado. Además lo tomó el rotor y se fue para abajo. Seguramente estimó más prudente ir a aterrizar a Olmué para cargar bencina”. Efectivamente Elmo avisó por radio que hecho lo anterior, volvía para Batuco. Yo continué desarmando mi ala, mientras me imaginaba lo que sería tener un juguetito como ese. Podría conocer todo Chile desde el aire, volar todo el año, salir casi desde la puerta de mi casa. ¡Que maravilla!. De repente mis amigos habían parado el chacoteo y un pesado silencio me hizo aterrizar. Elmo no llegaba. Todos paramos la oreja, pero nada. Nos cayó la noche encima y empezamos a temer cosas trágicas, porque conocíamos el terreno y las opciones eran llegar o... llegar. Yo me acordé que tengo la manía de ir siempre mirando el paisaje estudiándolo: de allá podría despegar, aquí podría aterrizar y así por ejemplo, de los terrenos circundantes a Batuco. Dado que vivo en Lampa que es al lado, los tengo todos estudiados. Cuando salgo con mi mujer a las chacras de los alrededores a comprar verduras, pido permiso para ver la plantación de lechugas, y en mi libreta hago un croquis con la ubicación y aproximación a un posible lechugódromo y así tengo cebollódromos, repollódromos, etc. desde Lampa hasta Chicauma.
Desgraciadamente, en el camino de regreso de Elmo desde Til Til a Batuco, hay puros tunales, olivares, nogales, higueras, almendrales y peñascos, a los cuales el sufijo “dromo” francamente ...no les viene.
Al fin alguien gritó “Ahí viene” y corrimos a ubicar los autos para iluminar la cancha. Fue un buen aterrizaje, con muchos gritos, y Elmo repetía y repetía “Nunca más, nunca más compadres. Nunca más volveré a pasar por lo mismo”. Había llegado con el olor de la bencina.
“Cuando salí de Olmué eran las seis y media. El viento estaba suave abajo, sin embargo me costó muchísimo remontar la cuesta. Ustedes saben, pasadito las líneas de alta tensión hay como un portezuelo y por allí me colé. Arriba los cerros estaban asoleados, pero abajo era una boca de lobo. Ni hablar de aterrizar ¿dónde?, prefería Batuco donde conozco el terreno. De pronto no veía ni la carretera. Yo iba por encima, a la altura del cordón de la costa que se recortaba bien, a tres cuartos de acelerador, por la bencina. Las manos me dolían de tanto apretar la barra, y cosas más chicas de tanto fruncirlas. Me la jugué derechito a una luz que brillaba delante. Luego me orientaron las luces de Polpaico y finalmente las de acá. Que salvada”.

Lugar: Batuco. Pilotos: René Farías, Leonardo Briceño, Jerónimo Lavancy, Elmo San Martín y echado Germán Romero con su ala Láminar con motor Mosquito.

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